NIGUA, San Cristóbal.-La temible enfermedad no ha podido doblegar el espíritu alegre ni las ganas de vivir de muchos de los pacientes del Leprocomio, quienes procuran llevar una vida “normal”, dentro de lo posible.
Dominguito y Julita están en silla de ruedas porque la enfermedad “les quitó” sus piernas. Pero esta peste no ha impedido que cada mañana se desplacen por el hospital y busquen la cobija de los verdes y altos árboles que decoran naturalmente el lugar.
“Yo me siento muy bien. Dios me da la vida y me permite respirar”, dijo Julita mientras lucía unas gafas negras que ocultaban lo deteriorado que la lepra ha dejado sus ojos.Siga Leyendo
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